viernes, 27 de junio de 2008

Respuestas rápidas a comentarios inoportunos II

Comentario con pregunta de cualquiera, de todos los que se consideren autorizados a opinar sobre una y su criatura: “Y la señora que lo cuida, ¿es de confianza?”.
Respuesta de una madre primeriza que quiere neutralizar a su oponente: “No, es una asesina serial y está en libertad bajo una fianza que le pagué yo”.

miércoles, 25 de junio de 2008

A llorar, mi amor


Así estamos. Así nos ven.




jueves, 12 de junio de 2008

Hoy no, nene, me duele la cabeza

Parece que cuando una pasa a ser madre, cambia todo. Pero todo. Hasta la personalidad. De repente, una mujer que prefería evitar a los niños, ahora debe adorarlos. A todos, no sólo al propio. Y, para colmo, tiene que jugar con ellos. ¿Para qué? ¿Acaso el nene no va al jardín? ¿No hay maestras que le juegan por lo menos tres horas a cambio de un sueldo? ¿Acaso la señora que lo cuida no le juega suficiente? ¿No recibe también un sueldo por esa labor? Lo que pasa es que el nene quiere jugar con la mamá. Y la mamá llega cansada del trabajo, con ganas de hacer zapping, y con la obligación de bañar a la criatura, calentar la comida y terminar algunos quehaceres. Pero, sobre todo, el problema es que a la mamá no le gusta jugar. Se aburre. Se harta. Prefiere hacer cosas de persona adulta. ¿Es una mala madre?

lunes, 9 de junio de 2008

Placer

Lugar público. Un niño hace un berrinche increíble. No es el nuestro. Alivio. Alegría. Placer sin igual.

domingo, 8 de junio de 2008

Respuestas rápidas a comentarios inoportunos (I)

Pregunta de alguien, cualquier persona, todos, a una madre que empieza a amamantar: “¿Y estás segura de que tenés buena leche?”.
Respuesta de una madre que empieza a amamantar: “No, algunas veces tengo mucha, pero mucha mala leche”.

jueves, 5 de junio de 2008

A ese chico le hace falta un límite

¿Saben qué? A ese chico le hace falta un límite. Es verdad. El pibe es insaciable. Nunca está conforme. Siempre quiere más. ¿Y adivinen de quién es la culpa? Obvio, de la mamá. Y, eventualmente, del papá. ¿Y qué quieren que haga? ¿Que empiece ahora? Ya está, tiene cinco años, no va a cambiar. ¿O sí? Pensándolo bien, tal vez todavía esté a tiempo... Bueno, empecemos ahora: te bañás a las 7 y media, comés a las ocho y te vas a dormir a las diez. ¿Estamos? No, parece que no estamos. Porque funcionó una vez y después se fue corriendo, corriendo, y otra vez son las doce de la noche y el nene está despierto mirando Los padrinos mágicos. Le hacen falta límites, sí. ¿Pero no se los puede poner otro? Porque da mucha fiaca.

miércoles, 4 de junio de 2008

¿Opacas o transparentes?

Ya sabemos que para ser mamá hay que prepararse. Y mucho. De hecho, te lo dicen todo el tiempo y en todos lados. Pero hay cosas para las que nadie te prepara. Por ejemplo: ¿por qué una vez que nace el bebé, la gente no te mira más? O peor: no sólo no te mira sino que te atraviesa con sus ojos como si fueras transparente. Pero si hasta hace dos días todos te preguntaban por tu estado físico y emocional. “¿Te sentís bien?”, “¿Comiste?”, “¿Querés que te traiga un almohadoncito?”. Y ahora, nada. O sólo “¿Cómo está la cosita?”, “¿Comió?”, “¿Hizo pis?”, “¿Hizo caca?”, “¿De qué color?”. ¿Cómo fue que el mundo cambió tan de repente? ¿O será que esos ocho kilos que se quedaron en la sala de partos te hicieron desaparecer de la faz de la tierra? Ahora, no sos más una persona con necesidad de atención, no. Ahora, sos un par de tetas que no merecen ni siquiera un vaso de agua. “¿Y qué querés?”, pueden decirnos. “Si hay una criatura desprotegida que acaba de salir a un mundo con inflación y conflictos con el campo… hay que ocuparse”. Lo que pasa, y lo que no entienden, es que esa criatura desprotegida sos vos. Porque el recién nacido, por suerte, tiene quién lo proteja. Consejo: hablá con dos o tres amigas y anoticialas de que todavía seguís existiendo. Pediles agua, milanesas para el freezer y una oreja para tu angustia puérpera. Eso es todo lo que necesitás.